sábado, 10 de julio de 2010

MARIA MADRE E LA IGLESIA

MARIA MADRE DE LA IGLESIA

María es madre de la Iglesia y de cada uno de sus miembros por designio divino. Jesús, desde la cruz, nos dio a María como Madre:
"Jesús, habiendo visto a su Madre, le dice: Mujer, he ahí a tu hijo!.
Luego dice al discípulo: He ahí a tu Madre!". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn 19, 26-27)
Juan representa a todos los que, como el, desean ser el "discípulo amado" de Jesús. Como el, llevamos a María a nuestra casa. Ver: "He ahí a tu madre" 'Juan Pablo II
María Santísima es verdaderamente madre nuestra. Ella nos engendra continuamente a la vida sobrenatural. Ella como madre intercede continuamente por nosotros ante su Hijo. Ella siempre nos indica el camino a Cristo y nos concede las gracias necesarias para andar.
La Virgen María fue solemnemente proclamada como "Madre de la Iglesia" en el Concilio Vaticano II el 21 de nov. de 1964.

La Iglesia celebraba la festividad de la Presentación de la Stma. Virgen María. Era el día de la clausura de la tercera etapa del Concilio Vat. II, y en esa ocasión se iban a promulgar tres Documentos Conciliares: el decreto sobre las Iglesias Orientales Católica; el decreto sobre el Ecumenismo; y sobre todo, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia "Lumen Gentium".

El estudio y la reflexión que el CVII hizo sobre el misterio de María en el plan de salvación, no fue promulgado en un documento propio y particular, sino que providencialmente, bajo la inspiración del ES, fue integrado como el último capítulo de la Constitución sobre la Iglesia. Este capitulo VIII, cuyo título es: "La Stma. Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia" fue llamado por Pablo VI "vértice y corona" de esa Constitución. Fue la primera vez que un concilio Ecuménico presentó una "extensa síntesis de la doctrina católica sobre el puesto que María Stma. ocupa en el misterio de Cristo y de la Iglesia" (Pablo VI)

El propósito del Concilio fue manifestar el rostro de la Santa Iglesia, a la que María esta íntimamente unida, y de la cual ella es "la parte mayor, la parte mejor, la parte principal y mas selecta" (S. Ruperto).

Pablo VI, a nombre de toda la Iglesia, expresó una profunda satisfacción al decir: "podemos afirmar que esta sesión se clausura como himno incomparable de alabanza en honor de María".
Reflexión Teológica


Al declarar a María Madre de la Iglesia se esta afirmando una realidad, no es solamente un titulo. Corresponde a una real maternidad espiritual.

María es Madre Espiritual perfecta de la Iglesia.

1- Porque es madre de Jesús y su mas íntima compañera en la economía de la salvación. Participó con su Hijo del sacrificio de la
Redención y por él fue proclamada madre no solo de su discípulo Juan sino de todo el género humano. "Ella continúa desde el
Cielo cumpliendo su función maternal de cooperadora en el nacimiento y en el desarrollo de la vida divina en cada una de
las almas de los hombres redimidos"

2- Como toda madre humana, María, no se limita a dar vida sino a alimentar y educar. ¿De qué modo coopera María en el incremento de los miembros del cuerpo Místico en la vida de la gracia?
-Mediante su incesante intercesión inspirada por una ardiente caridad. Ella aunque está inmersa en la visión de la Trinidad
no olvida a sus hijos desterrados- como ella un día- en la peregrinación de la fe. Mas aún contemplándolos en Dios y viendo
sus necesidades, en comunión con Jesús siempre vivo para interceder por nosotros, se hace nuestra Abogada, Auxiliadora,
Intercesora, Mediadora. (Esto se sabe desde los primeros siglos: bajo tu amparo)
-Su intervención obtiene de la mediación de Cristo la propia fuerza y es una prueba luminosa de la fuerza de Cristo.
Su intercesión es en virtud de Cristo.

3- María, modelo y ejemplo de virtud. Además de la intercesión, ella ejerce sobre los hombres redimidos otro influjo: el ejemplo.

Su influjo es real e importantísimo, pues ella ha vivido perfectamente las virtudes de Cristo. Ella no sólo nos llama sino que su ejemplo nos mueve y nos anima a vivir una vida de perfección. Así como el Poderoso hizo grandes cosas en ella,
así las puede hacer en nosotros si le permitimos.

Además, conviene tener presente que la eminente santidad de María, no fue sólo un don singular de la generosidad divina; fue
también el fruto de la continua y generosa correspondencia de su libre voluntad a las mociones internas del ES.

Por su perfecta armonía entre la gracia divina y la actividad de su naturaleza humana, la Virgen dio suma gloria a la Stma.
Trinidad y se convirtió en insigne decoro de la Iglesia.

La Santidad de María mueve los fieles a levantar los ojos hacia ella pues brilla como modelo de virtud ante la comunidad de los
elegidos (LG 65)

4- Virtudes de María que la Iglesia debe imitar -La fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios-La obediencia generosa
-La humildad sencilla
-La caridad solicita
-La sabiduría reflexiva
-La piedad hacia Dios pronta al cumplimiento de los deberes religiosos.
-La gratitud por los bienes recibidos; ofrece en el templo, en la comunidad apostólica.
-Fortaleza en el destierro y en el dolor.
-La pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor
-El vigilante cuidado del hijo desde la humildad de la cuna hasta la ignominia de la cruz.
-Delicadeza provisora
-Pureza virginal
-Fuerte y casto amor esponsal.

Jesús al pie de la cruz, nos da a María, como Madre espiritual no sólo del creyente pero de toda la comunidad de creyentes que es la Iglesia. Cuando la Encarnación, María acepta ser la madre del Mesías, o sea del Salvador, y a la vez, necesariamente madre de los salvados. Ella es la madre de la Cabeza, y en el orden de la gracia, se convierte también en madre del cuerpo místico. No se puede concebir a una cabeza sin cuerpo. María da a luz virginalmente a Jesús en Belén, y María nos da a luz a nosotros
la Iglesia al pie de la Cruz, cuando tiene su otra anunciación y acepta ser madre de los creyentes. Darnos a luz, conllevó mucho
dolor, no se desgarraron sus entrañas, pero sí su corazón.

PADRE NUESTRO

Padre "nuestro"

Padre "Nuestro" se refiere a Dios. Este adjetivo, por nuestra parte, no expresa una posesión, sino una relación totalmente nueva con Dios.
Cuando decimos Padre "nuestro", reconocemos ante todo que todas sus promesas de amor anunciadas por los Profetas se han cumplido en la nueva y eterna Alianza en Cristo: hemos llegado a ser "su Pueblo" y El es desde ahora en adelante "nuestro Dios". Esta relación nueva es una pertenencia mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad tenemos que responder "a la gracia y a la verdad que nos han sido dadas en Jesucristo.
El Padre Nuestro fue concebido cuidadosamente por Jesús con ciertos fines muy precisos. Jesús lo enseñó para trazarnos un camino certero hacia Dios. Por ello debemos usarlo inteligentemente. Si se hace de corazón, es una fórmula compacta para desarrollar el alma, siendo el camino a partir del alma el único que importa. El Padre Nuestro está preparado para ayudar a ese cambio.
Que estás en los cielos:
Jesús explica que la naturaleza de Dios es estar en los Cielos y la del hombre estar en la Tierra, porque Dios es causa y el hombre efecto o manifestación. Aquí la palabra "cielo" significa Presencia de Dios, y la palabra "tierra", quiere decir manifestación.
La función del hombre es expresar o manifestar a Dios, expresar quiere decir hacer salir, sacar la luz.
Cuando la Iglesia ora diciendo "Padre nuestro que estás en el cielo", profesa que somos el Pueblo de Dios "sentado en el cielo, en Cristo Jesús" (Ef. 2, 6), "ocultos con Cristo en Dios" (Col 3, 3), y, al mismo tiempo, "gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celestial".

Santificado sea tu nombre:
El término "santificar" debe entenderse aquí, en primer lugar, no en su sentido causativo (solo Dios santifica, hace santo) sino sobre todo en un sentido estimativo: reconocer como santo, tratar de una manera santa. Así es como, en la adoración, esta invocación se entiende a veces como una alabanza y una acción de gracias (cf. Sal 111, 9; Lc 1, 49).
El nombre de una cosa representa su naturaleza esencial y su carácter. Jesús dice que la naturaleza de Dios es "santificada", cuyo origen etimológico significa "santo, "sano", "sanar". De esta manera la naturaleza de Dios se nos revela perfecta y eternamente buena.
Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo:
El Reino de Dios adviene en la Ultima Cena y por la Eucaristía está entre nosotros. El Reino de Dios llegará en la gloria cuando Jesucristo lo devuelva a su Padre.
"El Reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo" Los últimos tiempos en los que estamos son los de la efusión del Espíritu Santo. Desde entonces está entablado un combate decisivo entre "la carne" y el Espíritu.

"Venga tu reino", es nuestra misión manifestar en los planos materiales las ideas de Dios.
Danos hoy nuestro pan de cada día:
Somos los hijos de un Padre que nos ama, y podemos esperar naturalmente de El todo lo que necesitamos, como de manera natural y espontánea los niños esperan recibir de sus padres. La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación.
Y perdónanos nuestras ofensas, como nosotros también perdonamos a quienes nos ofenden:
El pecado es la sensación de estar separado de Dios, y la causa de todos los sufrimientos, proviene de ese sentimiento de separación. Es la sensación de una existencia absolutamente personal, mientras que la verdad del Ser es que todo es Uno. El mal, el egoísmo y todos los sufrimientos provienen de la negación o el no reconocimiento de esta idea, puesto que lo que le haces a otro te lo estás haciendo a ti mismo. El fin del perdón, es el de hacer desaparecer la ilusión de la separación, con esto nos acercaremos a Dios y al prójimo, disipando todas las culpas que nos atan a un sufrimiento innecesario. El perdón es el escape de la limitación y la culpa.
Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal:

En esta cláusula pedimos que se nos libere de todas las dificultades, recordando esta frase: "Ninguna plaga tocará tu morada, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".